Esmorzaret: bienvenidos a la tierra prometida

El esmorzaret es una tradición gastronómica que define cómo es València y cómo son sus gentes: una irreductible aldea, orgullosa de sus localismos culinarios, contra la tiranía de la globalización, el brunch y demás costumbres en la era de la ortodoxia.

Aquí se desayuna sin pasión y se espera la hora del esmorzaret, entre las 9:00, para los más puristas, y las 12:00, para los más rezagados, con veneración rayana en lo litúrgico. Valencianas y valencianos son cofrades de este sentir, deudor, como tantos otros, del origen agrícola de la ciudad.

Si estás buscando dónde almorzar en València, toma nota, aquí aprenderás cómo y dónde hacerlo. 

 

Orígenes de un rito ancestral 

Todo comenzó en l’Horta, donde se recoge el fruto de las propuestas de kilómetro 0. Del duro trabajo labrando se pasaba al almuerzo (esmorzar, en valencià) en los locales más cercanos. Había quien se llevaba el bocadillo y tan solo abonaba bebida y el aperitivo que lo acompañaba. Por eso, al característico entrante a base de cacau del collaret (variedad autóctona muy apreciada), encurtidos varios, olivas, tramussos (altramuces) y hasta ensalada con abundante tomate y cebolla tierna, aún se le conoce por “gasto”, pues era el único peaje que abría las puertas del paraíso.

Hoy en día la tradición se mantiene. Todo buen esmorzaret comienza con una buena picaeta (aperitivo). Tras engrasar convenientemente la epiglotis, regada con cerveza bien fría o vi amb llimonà (vino con gaseosa), llega el plato fuerte consistente en envolver entre panes de tamaño más que respetable, con la imaginación como único límite, embutidos de cerdo, carnes varias, huevos fritos, tortillas de inverosímiles combinaciones y vegetales diversos.

De este particular maridaje made in València han sobrevivido ejemplares míticos de bocatas que han llegado hasta nuestros tiempos, herederos del barroquismo a ultranza del pueblo valenciano y su joie de vivre: el blanco y negro (longaniza y morcilla) con habas; el de carne de caballo con ajos tiernos; el Almussafes (sobrasada, queso fundido y cebolla caramelizada), el frugal Chivito (lomo a la plancha, huevo frito y beicon, rebajados con mahonesa, queso y, eso sí, lechuga). ¡Y así hasta el infinito!

El culmen de esta moderna bacanal se alcanza con el trago final: el cremaet. Tan sencillo como enriquecer el café con ron, que al quemarse elimina parte del alcohol, y aromatizar el conjunto con canela, granos de café y piel de limón. ¡Amén!

 

Consejos y advertencias

Hay infinidad de bares y restaurantes que practican la cultura del esmorzaret. Una forma de conocerlos es permanecer atentos a los premios Cacau D’or, expertos en destacar la crème de la crème. Aunque no menos importante es seguir unos consejos prácticos para afrontar este rito iniciático. Lo del diminutivo esmorzaret (almuercito) es puro humor valencianoTM. De hecho, no sintáis vergüenza por pedir la mitad de un bocadillo, pese a ocasionales sonrisillas a vuestro alrededor... Y si optáis por el bocata king size, por favor, madrugad, que la comida y la cena en València son otras experiencias a la que no se debe renunciar. Por último, si visitáis una zona en las afueras de la ciudad o en plena área rural, seguid a ciclistas y motoristas. Su presencia en un local es sinónimo de experiencia triunfal.

 

Dónde almorzar en València

Y vamos ahora con algunos ejemplos de templos del esmorzaret:

  • Central Bar (Mercado Central), el esmorzaret según Ricard Camarena, chef dos estrellas Michelin.
  • Bar Marvi (Santos Just i Pastor, 14), gasto, croquetas, langostinos, pulpo steaktartar y bocadillos... ¡deliciosos!
  • La Bernarda (Cobertis de Sant Tomás, 7), puedes escoger tamaño y una larga lista de ingredientes para sus bocadillos. 
  • Alenar Bodega Mediterránea (Martínez Cubells, 6), bocadillos tradicionales valencianos con un toque innovador.
  • A tu Gusto. (Marqués de Lozoya, 4), gran variedad de bocadillos exquisitos con bebida, cacaos, olivas y café. 
  • La Pascuala (Dr. Lluch, 299), bocadillos tamaño “no hay mañana” frente a la playa de la Malvarrosa.
  • Bar Mistela (Riu Nervión, 11), reinterpretación de los clásicos con gracia y donaire.
  • Casa Guillermo (Progrés, 15), las mejores anchoas de la ciudad y un buen surtido de salazones.
  • Bar Rojas Clemente (Plaza Rojas Clemente), si te va lo dulce, atrévete con sus torrijas como final de fiesta.
  • La Pérgola (Paseo Alameda 1), pequeño quiosco con una gran terraza, ¡un auténtico clásico de la cultura almuerzo!
  • El Trocito del Medio (Blanes, 1), bocadillos clásicos e innovadoras prepuestas diarias.
  • Casa Cent Duros (Camí de la Cossa, 10, Borbotó), bocatas de carne de caballo en plena huerta.

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