Rutas en bicicleta por València

En bicicleta más rápido más lejos ... ¡mejor!

El buen tiempo es una constante en València y eso invita a explorarla en bici. La ciudad es completamente llana y tiene cerca de 200 kilómetros de carril bici que permite llegar a cualquier punto de interés. Ve a tu ritmo porque está al alcance de cualquiera y no depende de tu estado de forma. ¿Que no tienes bici? Eso se arregla pronto. Hay numerosas empresas que te alquilan una por horas o por días. ¿Que no te apetece montar en solitario? Pues apúntate a alguna de las visitas guiadas en bici. ¿Solucionados los problemas? ¡Agárrate que empezamos!

 

Valencia de lado a lado a través del jardín del Turia

Nuestra primera ruta recorre la ciudad de este a oeste pasando por el centro histórico y llegando hasta la playa. Hemos dividido la propuesta en dos jornadas de tres horas y media cada una para que sean llevaderas. Pero si tus piernas te lo permiten puedes hacerlo de tirón (7 horitas). Comenzamos en el Parque de Cabecera, en el lado oeste del antiguo cauce del río Turia. Desde aquí tenemos un plácido paseo de 3'5 kilómetros hasta llegar a las Torres de Serranos, una de las dos antiguas puertas de acceso a Ciutat Vella que aún permanecen en pie. Continuamos por la Plaza de Manises, frente al Palau de la Generalitat, sede del gobierno autonómico, y la Plaza de la Virgen. En este punto es recomendable detenerse un instante para visitar la Basílica de la Virgen, la Catedral y su famoso campanario, El Miguelete, y el Museo arqueológico de la Almoina, que contiene restos de la urbe romana. El Palacio del Marqués de Dos Aguas y su impresionante fachada nos saludará en nuestro camino, al igual que la sede renacentista de la Universitat de València y la iglesia-museo de El Patriarca. Aquí podremos dar por terminada la primera etapa tras haber completado cerca de 5 kilómetros.

De puentes, ciudades y playas

La segunda jornada nos llevará a la antigua fábrica de Tabacos, cruzando para ello el antiguo cauce por el puente de la Exposición, obra del arquitecto local Santiago Calatrava. Muy cerca se encuentra el Palacio del mismo nombre, vestigio del certamen regional de 1909 que cambió la fisonomía de este barrio. Después del primer kilómetro y medio de camino debemos cruzar de nuevo el viejo cauce por el colorido puente de las flores para adentrarnos otra vez en el mayor jardín urbano de España para pedalear a nuestras anchas. A mano izquierda en el sentido de la marcha, nos sorprenderá la silueta inconfundible del Palau de la Música. Un poco después es a la derecha hacia donde debemos girarnos para deleitarnos con una gigantesca figura de un Gulliver yaciente convertida en parque para regocijo de niños. Es el paso intermedio para llegar hasta la Ciutat de le Arts i les Ciències y sus espectaculares edificios, todos creaciones del genio de Calatrava, salvo las características estructuras de paraboloides hiperbólicos de l'Oceanogràfic, obra póstuma del gran Félix Candela. Una vez ahítos de una de las atracciones estrella de València, nos quedan tres kilómetros hasta disfrutar con la Marina de València, un espacio de un millón de metros cuadrados para el ocio. Tras un paseo muy recomendable que no debe dejar de lado el edificio Veles e Vents, diseñado por David Chipperfield, tienes, a tiro de piedra, el paseo marítimo que te permitirá disfrutar de las playas de la Malvarrosa y el Cabanyal y el fabuloso mar Mediterráneo. ¡Planazo!

 

El Saler y Parque de l'Albufera

Si te has quedado con ganas de más, no te preocupes. Valencia ofrece múltiples rutas en bici. No te debes perder la que traza el tramo de carril bici que partiendo de la Ciutat de les Arts y les Ciències se introduce en las playas del sur de la ciudad. Son 48 kilómetros completamente llanos, entre ida y vuelta, que puedes tardar poco más de 2 horas y media en completar. Aunque lo normal es que emplees más tiempo porque los paisajes son maravillosos.

Primero llegarás a Pinedo, para encadenar una sucesión de hermosas playas que parece no tener fin: la propia de Pinedo, la del'Arbre del Gos, la de El Saler, la de la Garrofera... Estamos en pleno Parque Natural de L'Albufera, ese gran lago natural de agua dulce, el mayor de España, que se sitúa en frente del mar, delimitando una estrecha franja de arena, dunas y pinadas por la que estás transitando. Emocionante, ¿verdad?

Te aconsejamos que pierdas unos minutos en el mirador de la Gola de Pujol, donde existe un embarcadero, para conocer este hermoso humedal. La Devesa de El Saler, única playa virgen del municipio te reconfortará con sus 5 kilómetros de naturaleza en estado puro. Poco después alcanzaremos nuestro destino final, la pequeña pedanía de El Palmar, muy recomendable para rematar la jornada con una rica paella cocinada a leña. ¡Quizá te costará regresar un poquito más pero alcanzarás un estado de felicidad plena!

Paisaje, montañas y ¡caña!

 

Vía Xurra: Cicloturismo entre huertas 

Si eres amante de la bici o del senderismo, seguro que has oído hablar de las Vías Verdes (o incluso probado ya algún recorrido). Son sendas que aprovechan antiguas líneas férreas en desuso y ofrecen una oportunidad sinigual de combinar deporte, naturaleza e historia y explorar entornos rurales que serían de otro modo inaccesibles. Te invitamos a conocer la que parte de València: la Vía Xurra. 

El nombre hace referencia al apelativo con que se conocía a los aragoneses (Churros) desde la época de la Reconquista. Y es que, originalmente, se trataba de una línea férrea construida por la Compañía del Ferrocarril Central de Aragón para conectar València con Calatayud (Zaragoza) a comienzos del siglo XX. El último tramo, entre València y Puçol, discurría paralelo a la línea de ferrocarril a Castellón de la Compañía del Norte, por lo que décadas después Renfe decidió clausurarlo y unificar la ruta.  

El cierre y desmantelamiento de este tramo de ferrocarril se produjo en 1985. Tras algunos años de abandono, fue recuperado gradualmente como vía verde y ahora puedes circular tranquilamente a pie, en bicicleta, a caballo o incluso en silla de ruedas por su carril de 15 kilómetros de longitud. Discurre sobre un terreno prácticamente llano, por lo que no es necesario un gran nivel físico para disfrutar de la experiencia. 

El carril parte de la rotonda de la Torre Miramar, en el barrio de Benimaclet. Dejando atrás la ciudad, atraviesa olivares y campos de naranjos que hacen del paseo una delicia, sobre todo en abril cuando los árboles están en flor. Se adentra en la sección norte de La Huerta, donde tradicionales alquerías sobresalen entre plantaciones de hortalizas y campos de chufa, ese pequeño tubérculo que es exclusivamente valenciano. ¡Señal de que estás en tierra de horchata! ¿Por qué no parar a refrescarte en la Horchatería Vida (pasarás por la puerta) o Sequer lo Blanch, Panach o Daniel en Alboraya, a tan solo unos metros de la vía? Un poco más al norte, la Barraca de Toni Montoliu es el lugar perfecto para probar la auténtica paella valenciana en medio de la huerta. Aparca tu bici allí ¡y disfruta! 

En el entorno próximo de la Vía (en unos cinco kilómetros a la redonda) se encuentran además espacios naturales protegidos como los humedales del Marjal de Rafalell y Vistabella y el Marjal dels Moros, el Paraje Natural Municipal de La Costera o el Parque Natural de La Calderona, cuyos picos de tierra rojiza y bosques de pinos y alcornoques dominan el horizonte. Si quieres un poco de cultura, haz una parada para visitar el histórico Monasterio del Puig, fundado por el rey Jaime I el Conquistador en el siglo XIII. 

Estas y muchas más opciones se pueden añadir al propio recorrido por la Vía Xurra para hacer la experiencia aún más completa e inolvidable. Y, si sus 15 kilómetros te parecen pocos, en Meliana se cruza con el Anillo Verde Metropolitano, el nuevo corredor circular ciclo-peatonal de 56 kilómetros que conecta el mar y la huerta. La Vía Xurra da mucho de sí. ¿A qué esperas para descubrirla?

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Si tu forma, y tus ganas, te lo permiten hay otros recorridos con salida desde la ciudad que suponen un reto constante. Son rutas en las que deberás cambiar la bici de paseo por la de carretera o, al menos, agenciarte una de montaña con una cubierta estrecha y una relación de marchas adecuada. No son aptas para todo el mundo, pero si te ves capaz y las pruebas... te engancharán. ¡Buena ruta!

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